viernes, 30 de septiembre de 2011

Derecho a roce - Gotzon

Para la vuelta a su forma humana el sapo requería un beso de amor, mas su relación con la princesa siempre fue meramente sexual.

Gotzon
Relatos encallados

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El pozo animado - Enmascarado

Nunca la alegre princesa imaginó que su gozo volvería a caer en un pozo, pero como todas las anteriores, cayó.
-Eres tú, la persona por la que toda mi vida había esperado –le dijo al besar al sapo Merlín.
 Al cabo de unos instantes, un ruido insoportable del pozo de su patio salía. Al menos  mil ranas croaban sin parar.
El mago, enfadado y engañado por la besucona princesita,  a escuchar la respuesta de sus principes la había conjurado.
Desde el camino, lleno de ranas que se habían congregado, a su pozo, todas habían saltado.
Enmascarado

lunes, 26 de septiembre de 2011

De princesas y príncipes - Sara NY

“No sé qué le pasa a esta niña, doctor. Desde hace dos días tiene un sarpullido muy raro alrededor de la boca…” Marta se deja examinar a regañadientes, impaciente por volver a su habitación. Poco antes de salir ha dejado a buen recaudo a su príncipe encantado. Duerme en un lecho real que ella misma ha confeccionado con los más finos tules sacados de los mejores vestidos de sus Barbies. Dentro de su caja de zapatos preferida, la rosa con estrellitas. Poco le importa que sus amigas se rían de ella, que ya no jueguen con muñecas y que no crean en la magia. Mucho mejor,  porque así ninguna se dio cuenta cuando lo encontró despatarrado en su bandeja del laboratorio y tampoco se fijaron cuando decidió rescatarlo dejándolo caer en su mochila.
Esta noche volverá a besarle, segura de que el sortilegio desaparecerá finalmente. Y en cuanto eso ocurra le invitará a su cama. Podrá disfrutar ella sola de un auténtico príncipe azul, aunque ahora sea de color verde y esté más tieso que un palo. 

Sara NY
Palabras Preci(o)sas

viernes, 23 de septiembre de 2011

Del amor - Elisa de Armas

Aunque me vuelven loco sus caricias, jamás le he consentido que me bese. A mí hay que quererme como soy, simple rana de charco, y olvidarse de esas mandangas de desencantar príncipes.

Elisa de Armas
Pativanesca

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Hirviendo a la rana... - Gala

La inteligencia no exime de equivocarte. La caída es considerable… amén que el desafortunado instruido confía en su capacidad, relaja su vigilancia y reflexión por creerse más avispado...

Así arriesga más de lo imprescindible… creído de su talento para salir airoso bien adaptándose a los cambios... o en otros, los más... sin saber/ querer alertarse de los peligros y no tomar conciencia de las circunstancias.
La ranita se relaja en su baño frío... luego tibio… nadando en la cacerola... sintiendo el confort que le aporta el agua cada vez más caliente… no lo percibe, se va acomodando…

Ya es tarde… la distensión que produjo el baño no le deja fuerzas para salir…El agua hierve… y la rana muere….
Rebeca Soler (Gala)

viernes, 16 de septiembre de 2011

Mi sapo perfecto - Reina


Eres mi sapo perfecto...

Sapo
rana
anuro
batracio
escuerzo.

Te besaré mil veces
hasta convertirme
en la rana de tus sueños...

Reina


lunes, 12 de septiembre de 2011

La princesa rana - Rufino U. Sánchez

La princesa salió corriendo cuando el sapo intentó besarla. Al no haber tomado la iniciativa pensó en un cuento al revés.

Rufino U. Sánchez 


viernes, 9 de septiembre de 2011

La rana que quería ser una rana auténtica - Augusto Monterroso


Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.
Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica. Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.
Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

Augusto Monterroso

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Amor ante todo - Miguel Ángel Molina

El príncipe, deseoso de encontrar el amor, rebuscó por todos los cuentos.
Primero encontró a Rapunzel, pero tras escalar la torre descubrió su obsesión por champúes y suavizantes. Después halló a Bella, pero el trankimazin pudo con sus besos. Cenicienta, Blancanieves… ninguna realmente ansiaba enamorarse.

Cuando se resignó a vivir solo, una rana llamó su atención.
-¿Ranita, estás hechizada?
-Sí.
-¿Y un beso rompería el conjuro?
-Sí, si nos juramos amor eterno.
-Perfecto, sólo busco eso.
Tras besarla un musculoso muchacho, de dulce mirada, le susurró tiernamente:
-¿Hola guapo, algún problema?
Pensativo, el príncipe contestó:
-Ninguno, nadie es perfecto.

Miguel Ángel Molina


lunes, 5 de septiembre de 2011

Deseo de cumpleaños - Bicefalepena

Todos los años el mismo deseo. Llegaba el verano y con él su cumpleaños. El anhelo en su mente, la tarta preparada, los carrillos hinchados. Se veía convertida en rana... Pero no sabía que soplaba la velas en contra del viento y el barco se iba, con su afán, en dirección contraria. Y la princesa lloraba...


Bicefalepena

viernes, 2 de septiembre de 2011

Niña y rana - Verónica Ruscio

La niña de vestido verde jugaba con dos imanes. Miraba, divertida, cómo se pegaban y se repelían. Más allá, en el jardín de pastos altos, una rana asomó y la miró. Saltó, saltó, saltó hasta los pies de la niña.

—Soy una rana —dijo en ranés. La niña bajó la mirada. Vio la piel lustrosa, viscosa, los ojos saltones.

La rana miró otra vez y, en los ojos esperanzados de la niña, vio un brillo, un reflejo, tibia imagen de una rana. Hay una rana en ella, pensó. Será mi amiga.

La niña se acercó más a la rana y la miró. Vio en los ojos amarillos una niña igual a ella. Lleva una niña en la mirada, pensó. Será mi amiga.

Y niña y rana se fueron saltando

Verónica Ruscio