
Era tan lenta para lanzar la caña que los gusanos tenían tiempo de metamorfosearse en moscas. Así pescó a la rana. Por si acaso, cerrando los ojos para evitar ver su piel verde y pegajosa le besó, pero tardó tanto en hacerlo que el príncipe apareció arrugado y con signos de padecer una artrosis galopante.
Paloma Hidalgo
Un libro es un jardín de bolsillo
Un pescador lento. Buenísimo!!!
ResponderEliminarAbrazo
Qué emoción!! otra vez aquí en la charca. croak, croak. Gracias Puck
ResponderEliminarEL tiempo es tirano... :)
ResponderEliminarPaloma me encanta tenerte de nuevo en la charca, y ya saben lo que dicen... no hay dos sin tres así que cuando te encuentres más ranas...
ResponderEliminarAnita, Reina, mil gracias por alimentar a las ranas con palabras :-)
croak, croak