Sir Gustaf envejece cada día a mayor ritmo. Ya no es capaz de subir de un salto a su caballo, ni sale al patio cada vez que llueve, tampoco acude al estanque como antes, ni canta las noches de luna llena, y según se rumorea, se ha olvidado del día en que llegó de no se sabe donde al castillo del brazo de su esposa. A mí, que no me dejan hablar, siempre me extrañó su afán por encontrar a una rana en la charca de la villa y no cesó en su búsqueda hasta que la encontró. Nunca se separa de ella y en más de una ocasión, le he visto dedicarle palabras de amor. Su esposa, que aún sigue joven y hermosa, conoce mis inquietudes y me manda callar. Yo que no soy bruja, sospecho que algún secreto esconden. Mientras, seguiré con mi joroba cazando moscas como me ordenaron.
Nicolás Jarque
9 comentarios:
¿Secretitos? Vaya vaya...Me gusta ese final, joroba incluida, parra un cuento tan simpático.
Abrazos a repartir.
Vivieron felices y comieron moscas, sí, no lo había pensado hasta ahora. Es lógico.
No conocía este micro del Sr. Jarque y me parece muy bueno.
Humor fino, del que suele gastar, para darle una vuelta a la leyenda.
Un abrazo,
Me encanta ver las ranas de Nicolás en la charca, aunque sean con joroba...
Besos desde el aire
Comiendo moscas me he quedado yo. Me ha encantado Nicolás. Un abrazo.
Mar, muchas gracias por incluirme en esta charca donde se sitúan grandes historias de ranitas. Es un honor compartir espacio con tan distinguidos escritores.
Agradezco vuestros comentarios.
Abrazos a diestro y siniestro.
Pobre Sir Gustaf... lo sacaron de su feliz vida y lo hechizaron... :(
Nicolás, todo un placer tener a esta rana en la charca :-)
Gracias a todos por seguir animando la charca
croak, croak
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