La reina se acerca hasta la cocina a comprobar si han llegado las perdices que ha encargado para sus bodas de oro. Cuando era princesa jugaba a esconderse tras la mesa de mármol, pero no había vuelto a entrar allí desde el día en el que vio a la cocinera cortando las ancas de una rana con aquellas tijeras que se mancharon de azul. Cincuenta años después, la reina fija de nuevo la vista en aquella mesa. El inconfundible sonido de la silla de ruedas hace que la reina regrese al presente. La corona del rey asoma por la puerta y se acerca hasta ella. La reina intenta besar el cuerpo amputado de su marido, como hizo cincuenta años atrás, pero se gira hacia las perdices desplumadas, que parecen contemplar la escena desde la mesa.
Manuel Espada
La espada oxidada
Manuel Espada
La espada oxidada
9 comentarios:
Qué gore!!! Espero que las perdices no hablen ;)
Un abrazo
Qué bueno. Esa reina está pensando en besar a las perdices y así quizás salvar otras vidas. En este caso, si llega a tiempo, serán príncipes sin pluma, claro. Bravo.
¡Genial!
El Sr. espada es un dechado de talento.
Un abrazo.
Tu micro tiene unos tintes realistas que me asustan...Pero reconozco que me ha encantado leerlo, es como siempre un placer. :)
Gracias por traerme a tu charca, Puck. Un beso.
Manu... parece que ya el tema ya está agotado y vos le encontrás otra vuelta de tuerca...!!!
Sencillamente genial...!
Genial amiga . buena entrada
Qué gozada de micro ranudo.
Besos desde el aire
Manu, un placer tenerte en la charca
Gracias a todos por vuestros comentarios
croak, croak
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