Por último, cayó el estado con sus instituciones principales, pero el Labriego pensó que la gente aún necesitaba comer y rascó las patatas con la azada.
Antes, habían caído la banca, los mercados, la unión europea, el fmi y lehman brothers, y al Labriego le pillaron quitando las malas hierbas de su huerto.
Pero todo empezó con una lluvia de ranas. El Labriego se enderezó, se pasó la manga por la frente y pensó que en algún sitio se estaba preparando una tormenta de las gordas.
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Fernando Vicente
9 comentarios:
Joder, parece de los míos... apocalíptico. Genial. Una pregunta, esas ranas que llueven han sido criadas en Calatayud?
Pues sea como sea, la tormenta está montada y al menos al labriego le cae el maná del cielo.
Me gustó.
Saludos.
Puede que tras la tormenta,la próxima lluvia sea de políticos que aumenten el caudal de los ríos de parados-indignados hasta llegar al mar de la miseria.
Me ha gustado el contraste entre la seguridad del labriego y la inseguridad de la situación económica.
Saludos.
Gracias a todos por vuestras palabras y comentarios, y a Mar por acogerme en su estanque.
Besos
buena historia, es toda una metáfora tan clara que realmente no la entiende quien no quiere hacerlo
un saludo
Qué lo parió...! :(
Fernando, muchas gracias por pasear de nuevo por la charca
Bienvenidos a los nuevos visitantes, gracias a los habituales y recordaros a todos que la charca está abierta a vuestros micros ranudos
croak, croak
Me gusta el tempus del relato, Fernando, y ese poso de sabiduría popular.
Un cuento muy actual y muy de ayer.
Un abrazo a la rana mayor y al sapo invitado
Fernando, me encanta volver a tenerte por aquí
Gracias a todos por seguir ahí, día a día animando la charca
croak, croak
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