jueves, 28 de junio de 2012

El sapo - Francesc Barberá

Era muy bajito para jugar a baloncesto, sin embargo él siempre estaba a la altura de las circunstancias. En la cancha se sentía muy importante, pero cuando la abandonaba volvía a ser Jorge el Sapo, aquel bicho raro de enormes ojos saltones. Un día, al finalizar el partido, una chica de su clase se acercó para felicitarle por su gran actuación. Jorge no imaginaba que iba a recibir su primer beso. Cuando sus labios se unieron pasó algo extraordinario: quedó tan boquiabierto que se tragó dos mariposas que revoloteaban a su alrededor. El hechizo no se rompió. El sapo seguía siendo el sapo, mas un sapo enamorado.





Francesc Barberá

lunes, 25 de junio de 2012

Sapos y princesas (VI) - Pedro Herrero

Teniendo en cuenta la gran cantidad de princesas que pasean a un batracio por la calle, habrá que pensar que -aunque a veces el hechizo no funciona- el amor acaba surgiendo después de todo.



Pedro Herrero 

jueves, 21 de junio de 2012

El circo del bosque - Xavier Blanco


Emerge disimulado en un recodo del sendero. Llega con el crepúsculo, cuando el sol bosteza rendido  y las sombras de la tarde se diluyen en la lejanía. Levantan su carpa majestuosa,  tejida a base de hojas secas, madreselvas y pétalos de amapola. Un enjambre de luciérnagas ilumina la función.
Pasen y vean: abedules con chistera, conejos que son leones,  el ciervo contorsionista, el ciempiés acróbata, el erizo tragasables.  El cuervo ventrílocuo y su muñeco el espantapájaros. Arañas en monociclo que hilan incansables sus telas. Ciervos malabaristas serpenteando por el alambre. Ardillas elefante y la garza barbuda. Cierra la función el oso lanzador de cuchillos.  Todos exhiben alegremente sus habilidades: el abedul se saca palomas de la manga, el erizo embelesa con su destreza, gimotea el muñeco en manos del grajo, salta el ciempiés más allá de lo imposible.  
Al finalizar la función resuena un coro de abejas, el croar de las ranas, el arcoíris de los camaleones. El viento silabea. Los árboles del bosque aplauden ensimismados.  Algunos comentan que esto no es en puridad un circo. Otros creen que lo hacen sólo por dinero. Todos se equivocan.


Xavier Blanco

lunes, 18 de junio de 2012

Hasta la luna - Ana Vidal y Juanlu


Sabía que encontraría a la princesa de mis sueños, aunque tuviera que ir a la luna a buscarla.

Ahora estamos juntos, ella me acompaña siempre. Y yo la besaré cuando me acostumbre a esta atmósfera, en cuanto pueda quitarme la escafandra.


Texto: Ana Vidal de Relatos de Andar por Casa
Ilustración: Juanlu de Dibujando sueños

jueves, 14 de junio de 2012

La casa de las ranas - Puck

Para Ana Vidal

En el mundo de las ranas, aquella charca era el paraíso, con un sin fin de batracios que llegaban de todo el planeta. Todas las ranas querían vivir en la charca por la que, de vez en cuando, paseaba una princesa. Pero no una princesa cualquiera. Ella cuidaba la charca, las flores del entorno y dejaba que las ranas saltaran a su hombro y le acompañaran al castillo. En su casa, las ranas aprendieron que, para salir de la charca, no hace falta dejar de croar.


Puck

lunes, 11 de junio de 2012

Las princesas no saben croar - Puck


El primer día de colegio, mamá rana explicó a su renacuajo la importancia de estudiar. 
- Cuando te bese una princesa y te conviertas en príncipe, querrás hablar con ella. Y para eso tienes que aprender su idioma porque las princesas no saben croar. 
El renacuajo se convirtió así en aprendiz de palabras y con ellas comenzó a contar historias. La primera de ellas decía así: 
- Érase una vez un colegio de princesas...



Puck

jueves, 7 de junio de 2012

Fábula Charcañola 3 (RAP) - Enmascarado



Esta entrada requiere de cierta colaboración por su parte:

Todo consiste en metersshe dentro y para leerlo, rapear. Rapear.

Comenzaremosh practicando un poco, porque eshte mundo ya está loco,
Por tanto doblaremosh las muñecash y sacaremosh hasta el tercer dedo, porque a mí me importa un bledo.
Y losh pondremosh a circular, con losh hombrosh, palante y para atrásh. Para atrásh.

Y ya que hemosh rapeado, llega el eshtribillo, aquí te cojo aquí te pillo.
Serán solo sonidosh dubitativoshh, alargando hashta lo incongruente, para que no she entere la gente:
Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis).

Ya puestosh...vamosh a comenzar.

-(Voz en off) Señor Presidente, hable usted, sea valiente, que lo quiere oír la gente.
¿Qué va a pasar con las prospecciones petrolíferas? ¿Ya se olvidó de los famosos hilitos?

-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
Para eso tengo al minishtro, eshperto en turishta, para que lesh siga la pishta.
(Eshte rapea  acabando shin aire y con medio farshete).
-Si al final nos jodemos el turismo, es lo mismo… vale ya de pesimismo.
Si todo se llena de hilitos, le buscamos botecitos…
Y lo vendemos a todos esos guiris blancuchos, que son muchos.

-(Voz en Off) ¿Y respecto a la huelga general? anda esto ya caliente ¿qué hará cuando vea tanta gente?
-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
Mucha, mucha policía , mucha mucha policiía. Pongamosh que hablo…deshde Matrixh.

-(Voz en off) ¿Qué pasa con las subidas de impuestos, que nos deja a todos parados como tiestos?
-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
-Yo lesh dije que no losh iba a subir, pero para eso están los minishtrosh…y no para estar todo el día en los bishtrosh.

-(Voz en off) ¿Y a los bancos, que no se quedan mancos, entre hipotecas y comisiones, ya nos tienen hasta los cojones?
-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
- Hashta aquí podíamosh llegar…que vinimosh a rapear. Vale ya de tantash tretash, no seáis jetash, que me tenéis hasta las tetash.
-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
-(Voz en off) ¿Y…?
-Shhhh, a callar, a callar, a callar.
-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
-Eeeeeeeeeee…uhmmmmmmmmm…aaaaaaaahhh ¡ua! ¡ua! (Bis)
(Y así hashta el final).

Moraleja: antes de enemistarte con la autoridad episcopal, reza tres padremarías y  un avenuestro dinero dónde va a parar.

Enmascarado

lunes, 4 de junio de 2012

Bodas de oro - Manuel Espada

La reina se acerca hasta la cocina a comprobar si han llegado las perdices que ha encargado para sus bodas de oro. Cuando era princesa jugaba a esconderse tras la mesa de mármol, pero no había vuelto a entrar allí desde el día en el que vio a la cocinera cortando las ancas de una rana con aquellas tijeras que se mancharon de azul. Cincuenta años después, la reina fija de nuevo la vista en aquella mesa. El inconfundible sonido de la silla de ruedas hace que la reina regrese al presente. La corona del rey asoma por la puerta y se acerca hasta ella. La reina intenta besar el cuerpo amputado de su marido, como hizo cincuenta años atrás, pero se gira hacia las perdices desplumadas, que parecen contemplar la escena desde la mesa.




Manuel Espada
La espada oxidada