Nunca la alegre princesa imaginó que su gozo volvería a caer en un pozo, pero como todas las anteriores, cayó.
-Eres tú, la persona por la que toda mi vida había esperado –le dijo al besar al sapo Merlín.
Al cabo de unos instantes, un ruido insoportable del pozo de su patio salía. Al menos mil ranas croaban sin parar.
El mago, enfadado y engañado por la besucona princesita, a escuchar la respuesta de sus principes la había conjurado.
Desde el camino, lleno de ranas que se habían congregado, a su pozo, todas habían saltado.
Enmascarado