jueves, 29 de marzo de 2012

Niebla - Miguel de Unamuno


Víctor encontró a Augusto hundido en un rincón de un sofá, mirando más abajo del suelo.
- ¿Qué es eso? -le preguntó poniéndole una mano sobre el hombro.
- Y ¿me preguntas qué es esto? ¿No sabes lo que me ha pasado?
- Sí, sé lo que te ha pasado por fuera, es decir, lo que ha hecho ella; lo que no sé es lo que lo pasa por dentro, es decir, no sé por qué estás así ...
- ¡Parece imposible!
- Se te ha ido un amor, el de a; ¿no te queda el de b, o el de c, o el de x, o el de otra cualquiera de las n?
- No es la ocasión para bromas, creo.
- Al contrario, esta es la ocasión de bromas.
- Es que no me duele en el amor; ¡es la burla, la burla, la burla! Se han burlado de mí, me han escarnecido, me han puesto en ridículo; han querido demostrarme ... ¿qué sé yo? ... que no existo.
- ¡Qué felicidad!
- No te burles, Víctor.
- Y ¿por qué no me he de burlar? Tú, querido experimentador, la quisiste tomar de rana, y es ella la que te ha tomado de rana a ti. ¡Chapúzate, pues, en la charca, y a croar y a vivir!
- Te ruego otra vez ...
- Que no bromee, ¿eh? Pues bromearé. Para estas ocasiones se ha hecho la burla.
- Es que eso es corrosivo.
- Y hay que corroer. Y hay que confundir. Confundir sobre todo, confundirlo todo. Confundir el sueño con la vela, la ficción con la realidad, lo verdadero con lo falso; confundirlo todo en una sola niebla. La broma que no es corrosiva y confundente no sirve para nada. El niño se ríe en la tragedia; el viejo llora en la comedia. Quisiste hacerla rana, te ha hecho rana; acéptalo, pues, y sé para ti mismo rana.

*Fragmento de  Niebla  de Miguel de Unamuno
 **Texto enviado a la charca por Manuel Rebollar.

lunes, 26 de marzo de 2012

Besos III - Martín Gardella


¿Cómo romper el hechizo que me ataca, sin contagiar a quién se atreva a sanarme? Me remordería la conciencia que uno de mis besos de sapo condenara a una doncella a llevar una vida similar a la mía. Encontré la respuesta a mi dilema, cuando la vi llegar, saltando, hasta el borde de la laguna. Sin preámbulos, posé mis labios rugosos sobre su boca verdosa y amplia de rana. Tras un mágico destello, mi cuerpo recobró su antigua fisonomía humana y ella apareció, junto a mí, en forma de hermosa doncella. Desde entonces, nos encanta pasar largas horas juntos, liberando nuestras pasiones con besos fogosos; a veces, como ardientes amantes humanos, y algunas otras, como fríos anfibios del pastizal.

Martín Gardella
El living sin tiempo
Químicamente impuros

jueves, 22 de marzo de 2012

jueves, 15 de marzo de 2012

Preguntas - Puck




    La niña se despierta llorando abrazada a su peluche preferido.
    - ¿Por qué lloras, cariño? - pregunta el padre
    - Llevo toda la noche dando besos a la rana y no se ha convertido en príncipe
    - Es que es un muñeco, no es una rana de verdad
    - Ah, claro... Papá, ¿cuándo vamos a la charca del bosque?
Puck

lunes, 12 de marzo de 2012

Sapos y princesas (II) - Pedro Herrero




Cada vez que una princesa convierte a un sapo en príncipe, una rana enamorada debe buscar consuelo en las prácticas onanistas.


Pedro Herrero

jueves, 8 de marzo de 2012

Mal tiempo - Escarcha


La mujer enorme logra encajar entre las dos rocas puntiagudas. Se acomoda el vestido tironeándolo hasta que el hombrecito grisaceo le extiende la mano y se lo pide.
Duda. Pero la belleza lo vale.
Se levanta entre quejidos y bamboleos, mira hacia todos lados, se lo saca y lo entrega.
Nuevo esfuerzo para entrar en el hueco entre las rocas. Escucha con atención la voz ronca y obedece.
Levanta los brazos, cruza las piernas pudorosa, cierra los ojos y aprieta con los dientes un mordillo hecho con hojas frescas que le acomodan en la boca. Hay un relleno de ramas en la nuca por si el tratamiento es demasiado y pierde la conciencia.
Ha sido advertida de todo esto, pero la belleza lo vale.
Se acercan dos sapos escuálidos, abren la boca en un ángulo llano y se adosan a los costados del enorme vientre y comienzan a succionar.
El grisaceo se rasca la barbilla mientras se limpia la baba que le escurre, disimuladamente.
Es tiempo de hambruna... mal tiempo.
Los resultados comienzan a ser notorios a los 3 minutos, ya logra ver su antigua figura perdida en la masa amorfa de grasa, goza con la transformación.
-Basta- intenta vocalizar por entre las ramas que tiene en la boca.
Los sapos enormes y gordos siguen con su tarea.
Escupe el mordillo y grita "Basta"
El grisaceo mira hacia la tierra, patea piedritas inquieto, incómodo. No estaba en sus planes, pero son malos tiempos. Los sapos lo miran de soslayo con los ojos a punto de reventar, esperando alguna señal.
-Basta-grita la mujer esquelética intentando sacar las ventosas de sus costillas.
El grisaceo retrocede de espaldas y se sienta en un promontorio, no levanta la mirada hasta escuchar el crujido de huesos. Regresa, levanta como puede los sapos y se los lleva, babeándose mientras los toca.
Es tiempo de hambruna... ¡mal tiempo para liposucciones naturistas!


Escarcha
Sombras

lunes, 5 de marzo de 2012

Pasado, presente, futuro - José Saramago


Eu fui. Mas o que fui já me não lembra:
Mil camadas de pó disfarçam, véus,
Estes quarenta rostos desiguais.
Tão marcados de tempo e macaréus.

Eu sou. Mas o que sou tão pouco é:
Rã fugida do charco, que saltou,
E no salto que deu, quanto podia,
O ar dum outro mundo a rebentou.

Falta ver, se é que falta, o que serei:
Um rosto recomposto antes do fim,
Um canto de batráquio, mesmo rouco,
Uma vida que corra assim-assim.

(in "Os Poemas Possíveis" 1966, Editorial Caminho, Lisboa)

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Yo fui. Pero el que fui ya no me recuerdo
Mil capas de polvo cubren, velos,
Mis cuarenta rostros desiguales.
Tan rasgados de tiempo y macareos.

Yo soy. Pero lo que soy tan poco es;
Rana del charco huida, que saltó
Y en el salto que dio, como podía
El aire de otro mundo la reventó.

Falta ver, (o no falta), lo que seré:
Un rostro recompuesto antes del fin.
Un canto de batracio, de veras ronco
Una vida que corra así, así.

(in "José Saramago: el Período Formativo" de Horácio Costa. Tradución de Fátima Andreu. Edición de Fondo de Cultura Económica, México, 2004)

jueves, 1 de marzo de 2012

Diván - Ana Vidal



La princesa pasa a la consulta del psicólogo, se sienta en el diván y empieza a enumerar sus penas: «Soy la princesa más desgraciada del reino, me miro al espejo y me dice que hasta la madrastra es más fea que yo, mi suegra coloca guisantes bajo mi colchón todas las noches, solo los cuervos se acercan a mi ventana, ni las ranas quieren besarme, ... »

Las ranas sentadas al otro lado de la charca ríen a carcajadas y palmean con sus ancas sobre las flores de nenúfar, salpicando a la monologuista vestida de tul rosa.

Ana Vidal
Relatos de andar por casa