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Dos ranas que estaban en la barriga de una serpiente deliberaban sobre su especial situación.
—Ésta es una suerte bastante cruel —dijo una.
—No saques conclusiones precipitadas —dijo la otra—; aquí estamos a cobijo y, además, hay comida y alojamiento.
—Alojamiento, desde luego —dijo la primera rana—; pero no veo la comida.
—Tú no sabes más que gruñir —explicó la otra—: la comida somos nosotras.
Texto de Ambrose Bierce, en Químicamente impuro
Imagen de Oksanka