
Después de un largo viaje montado en su corcel blanco, el príncipe azul encuentra a la bella durmiente, durmiendo. Sin dudar, posa sus labios en los de ella quién, en ese mismo instante, se convierte en sapo. El sorprendido joven, una y otra vez, besa al sapo con asco intentando retomar el argumento de la fábula. El sapo permanece impávido. Ofuscado, lo destripa de un pisotón, sube a su caballo y emprende viaje hacia otro cuento más amigable.
Eduardo Mancilla
Letra chica
2 comentarios:
Sorprendente, me imagino la cara del príncipe, azul por lo menos.
Claro, y la cara del sapo, verde pero con los labios pintados de carmesí.
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