lunes, 30 de julio de 2012

El príncipe Zapo - Reina


El prínzipe zapo 
tenía un gran problema...
creía que eztaba encantado
y que nezezitataba 
una prinzeza para zer feliz...
Era un tanto egoízta... 
no zabía pedir perdón
y ziempre creía tener la razón...

El prínzipe zapo moría de amor...
por una rana un tanto menor...
pero zu amada lo dezpreziaba
y lo hazía zentir inferior...

El prínzipe zapo lloraba
zolo en un rincón...
porque a todoz alejó 
para llorar zolo zu amor...

"Yo puedo zolo", dezía...
mientraz le pazaba la vida...
la noche ze hazía zol...
la luna ze hazía día...

Y el prínzipe zapo moría...
zin ver que máz allá,
una fea rana, 
que no era prinzeza ni nada,
croaba y croaba zin parar...
tratando de llamar zu atenzión,
ezperando que algún día
dezviara la mirada
y quedara prendado
del canto de la fea rana
que tanto lo amaba...
porque vio zu corazón...



Reina
La Reina de Buenos Aires




jueves, 26 de julio de 2012

La canción (Lipograma) - Puck


La rana cantaba cada mañana la misma canción y su croar inundaba la charca. Con su voz aspiraba a captar a las damas y juntar sus labios con los suyos para dar vida a su transformación. Conocía la historia y sabía cómo antiguos sapos abandonaron así la charca iniciando la tradición, croar y croar hasta pasar a una vida más activa y animada. Algunos lo calificaban como fantasía. Otros optaban por vivir sin más y disfrutar la rutina diaria. La rana soñaba cada día y croaba y croaba cada mañana la misma canción. Así un año, dos, cinco, ocho, sin parar. Una mañana, otra y otra más.
Hoy ya no hay ranas, ni sapos, ni otros bichos. Vaciaron la charca para construir pisos. No unos pisos baratos con ladrillo y hormigón armado, sino una lujosa urbanización formada por bonitas casas con jardín. Cada uno con sus columpios, niños jugando, familias abrazadas disfrutando la vida... y una niña. Rubia. Ojos claros. Muy bajita para sus años. Tímida, callada. Rara. Todos opinan así, incluso su familia, y los niños lo gritan sin parar. 
La niña canta cada mañana la misma canción. Una mañana, otra y otra más. Una mañana, dos, cinco, ocho, sin parar. Su mirada fija y su voz nunca cambian, tampoco su canción.
Había una rana cantando bajo la charca,
vino la mosca y la hizo callar
cuando la mosca quiso cantar
vino la araña y la hizo callar
la araña a la mosca
la mosca a la rana...”
La niña canta la canción soñando ranas sin moscas, sin arañas, ranas croando cantando cada mañana para captar a las damas...  


lunes, 23 de julio de 2012

Plagas - Fernando Vicente


Por último, cayó el estado con sus instituciones principales, pero el Labriego pensó que la gente aún necesitaba comer y rascó las patatas con la azada. 
Antes, habían caído la banca, los mercados, la unión europea, el fmi y lehman brothers, y al  Labriego le pillaron quitando las malas hierbas de su huerto. 
Pero todo empezó con una lluvia de ranas. El Labriego se enderezó, se pasó la manga por la frente y pensó que en algún sitio se estaba preparando una tormenta de las gordas.






Fernando Vicente

jueves, 19 de julio de 2012

En la charca de la fertilidad - Nicolás Jarque


Hace muchos años que se hizo el silencio en la sala de espera cuando el doctor apareció, y con voz tenue, comunicó al viejo monarca que su última esperanza salió rana. Desde entonces, en el reino se organizan caravanas de princesas para besar al heredero y convertirlo en un apuesto hombre. Pero, por suerte, aún ninguna ha podido romper el hechizo y bajo la luna, en este rincón húmedo, el príncipe rana nos regala su fecundación a todo batracio hembra que lo desee.  

Nicolás Jarque

lunes, 16 de julio de 2012

Rebelión en la charca - Sara y David Lew


Esos mocosos malcriados vienen por las tardes, meten sus ricos zapatos en el agua estancada y nos raptan una a una. Oímos lo que les hacen a las ranas que se llevan: las diseccionan y torturan. Por eso hoy será distinto: los sorprenderemos escondidas bajo los nenúfares. En un croar unánime comenzará nuestra venganza.



Texto: Sara Lew: Microrrelatos Ilustrados
Fotografía: David Lew. Earthquakeboy 

jueves, 12 de julio de 2012

Misterio - Belén Lorenzo

Sin duda, lo peor de ser un renacuajo era ser tratado como tal. Ya lo entenderás cuando seas mayor, le decían todos, pero él no podía creerlo. Las horas se le escapaban pensando qué extraño suceso podía ocurrirle para que algún día, inevitablemente, terminara soñando con el beso de una princesa.



Belén Lorenzo
Todas las palabras cuentan

lunes, 9 de julio de 2012

Del Sapo - Leire Brenan y Juanlu


   Querido Leo:

            Sabes que no me gusta hablar de trabajo, al menos hasta que encuentre uno tan interesante del que no pueda para de contar cosas, espía doble o algo así… Pero lo que te narro hoy si bien ocurrió en mi jornada laboral, no trata estrictamente sobre ella.

            Buscaba a Wally, la araña escurridiza a la que un día quito la tela y al siguiente me ha montado una tienda de campaña, cuando oí un grito pidiendo auxilio. Dos habitaciones más allá, encontré a mi compañera asustada y señalando el cajón entreabierto de la mesilla. Había dentro un sapo enorme, marrón, feo y fatigado. Respiraba con dificultad y farfullaba algo que no conseguí entender.

- ¡Puag! ¿Qué hacemos? ¿Lo aplastamos?
- Calla, calla… Sólo faltaba que encima tuviéramos que limpiar, además de la porquería habitual, las tripas pegajosas del sapo.- le respondí.

(Ante lo desconocido la gente suele optar por machacar, triturar, chafar al contrario. Siempre y cuando sea de tamaño inferior a ellos.)

- Lo llevaré al estanque, así quedareis tranquilos los dos.- le dije mientras tomaba entre mis manos el anfibio y ella con gesto de asco desviaba la mirada.

            Ya en el exterior el sapo pareció relajarse, aunque continuaba luchando por decir algo. Lo acerqué al oído y así supe de su historia. Unos adolescentes lo habían asaltado y encerrado en aquel pequeño cajón oscuro. La luz que anunciaba libertad llegó en forma de bella doncella, princesa sin duda por su porte, aseguró el sapo. Intentó explicar a la dama que con un beso se convertiría en el príncipe que siempre soñó, azul y con escopeta para que no faltaran las perdices. Sin embargo ella no hizo más que gritar y saltar a cada sonido que salía de su buche pardo. «Menos mal -le dije- que no le hablaste como a mí de cerca o te hubiera pisoteado sin piedad a causa de tanto escupir entre palabras…».
            Yo no era su tipo y le parecí plebeya, mas habiendo recibido calabazas y sin otra alternativa, me pidió un beso. Eso sí… sin poder asegurarme el “vivieron felices” por aquello de la diferencia de clases. Bien sabes, Leo, que ya disfruto –y en ocasiones cargo- con príncipe y medio, así que lanzándolo al agua le contesté que se buscase una rana.

            No he vuelto a ver a ese bicho húmedo y mi compañera diría que ha desarrollado una fobia a las mesillas de noche. He llegado a un acuerdo con ella, yo limpio esas mesas a las que le es imposible acercarse y, a cambio, hace desaparecer las telas de araña para que no me sienta responsable de los desahucios.

            Besos esquimales.

Texto: Leire Brenan de Cartas para Leo 
Ilustración: Juanlu de Dibujando sueños

jueves, 5 de julio de 2012

Bienvenidos a Winnappu: paradigmas - Agus


Imagen extraída de la red.


Sucedió así, sin más:
Del cielo cayó una vaca.
Antes el firmamento obscureció, se oyó un mugir furibundo y justo se precipitó el animal. A plomo, en mitad de Wínnappu. Por fortuna, en ese preciso instante, no pasaba nadie por debajo. Aun así el impacto fue colosal, y la tierra estremeció como si se le hubiera venido encima, talmente, una vaca. El suceso, por extraño, causó un gran revuelo en el pueblo. Hasta entonces el cielo había traído agua, ranas, vates; pero una vaca, lo que se dice una vaca, jamás. No fue fácil, de la noche a la mañana, asumir algo así. Advertir que el día menos pensado, zás, cerrar los ojos y soñar con la bestia cayendo, discernir si se trataba sólo de un fenómeno aislado, puntual, o por el contrario, éste constituía el preludio de una lluvia bovina pertinaz, sempiterna. Admitir, en definitiva, que el equilibrio del universo vigente había quebrado, y que esto no podía ser sino el principio del fin.
Hasta que cayó el autobús.

Agustín Martínez Valderrama

lunes, 2 de julio de 2012

100 microranas - Gracias a todos


El día que inauguré esta charca de ranas hace poco menos de un año me pregunté cuánto tiempo conseguiría mantenerla viva, si las ranas irían llegando, si realmente había tantas como yo pensaba... Y poco a poco, salto a salto, rana a rana, sapo a sapo... hemos llegado a los 100 microrrelatos de batracios. Confieso, 99, que este post redondea el centenar :-)

Gracias a todos por contribuir a mantener viva esta charca
croak, croak 

Pasado el centenar, la charca sigue abierta esperando vuestras ranas en: 

losjardinesdepuck@gmail.com