Era tan lenta para lanzar la caña que los gusanos tenían tiempo de metamorfosearse en moscas. Así pescó a la rana. Por si acaso, cerrando los ojos para evitar ver su piel verde y pegajosa le besó, pero tardó tanto en hacerlo que el príncipe apareció arrugado y con signos de padecer una artrosis galopante.
Paloma Hidalgo
Un libro es un jardín de bolsillo
4 comentarios:
Un pescador lento. Buenísimo!!!
Abrazo
Qué emoción!! otra vez aquí en la charca. croak, croak. Gracias Puck
EL tiempo es tirano... :)
Paloma me encanta tenerte de nuevo en la charca, y ya saben lo que dicen... no hay dos sin tres así que cuando te encuentres más ranas...
Anita, Reina, mil gracias por alimentar a las ranas con palabras :-)
croak, croak
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