lunes, 12 de marzo de 2012

Sapos y princesas (II) - Pedro Herrero




Cada vez que una princesa convierte a un sapo en príncipe, una rana enamorada debe buscar consuelo en las prácticas onanistas.


Pedro Herrero

6 comentarios:

Rosa dijo...

Jeje, pobre...

Besos desde el aire

Manuel Rebollar Barro dijo...

Y la pregunta es: ¿en el agua o en el aire? o ¿en el agua y en el aire? Malditos anfibios, esa indecisión... Humor tuyo, Pedro

omar enletrasarte dijo...

qué ingenioso,
saludos

Pedro Herrero dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios. Y un abrazo a la anfitriona que me sienta a su mesa.

Enmascarado dijo...

Qué cruel, pobres ranas. Relegadas a solo a onanistas arte autofuficiente.

Saludos.

Puck dijo...

Pedro, es un placer tenerte chapoteando en la charca

Gracias a todos por disfrutar tanto como yo con estos micros ranudos

croak, croak