Y saca del mostrador la bandeja para enseñar el género; un trozo de carne verde, no mucha, sanguinolenta, cortada al tajo de machete. Vuelan en ochos a su alrededor decenas (centenas) de moscas que brillan como brillan las pupilas del cliente. Son destellos verdes, azules, amarillos… “¿A cuánto?” “A seismil” Pues acepta; es caro pero compensa. El dependiente asiente y toma el cazamariposas más pequeño. Con un añejo movimiento de muñeca enreda decenas (centenas) de los insectos nerviosos y de allí al frasco. Se aceleran los movimientos y zumbidos. “Tenga, seismil”. Las manos de la rana que se atiernan sobre el tesoro y al rato, en la calle, mirándolos al sol. Destellos. Y esa lengua golosa que pasea de un lento latigazo por la calva.
7 comentarios:
Me zumban las moscas en el oído, ese toque realista me gusta. Como la luminosidad de la ilustración, que contrasta con el día gris que diviso por la ventana.
Saludos, decenas(centenas)
Se va a dar un festín con tanta mosca, un poco caras...
Besos desde el aire
¡Qué honor para mi rana llegar a esta charca! Muchas gracias, Puck, la rana le saluda con un atardecer de calva.
Me gustó en su día y me reafirmo. Además ese (centenas) me sigue pareciendo genial. Enhorabuena, again
Muy bueno, buen festín con atracón de moscas.
Un saludo.
Fer, así me gusta, que alguien alimente a las ranas y nada de convertirlas en príncipes o cocinarlas jeje. Gracias por estar en la charca.
Y gracias a todos por vuestras palabras y chapoteos ranudos jaja
croak, croak
Excelente, ya lo leí en la caja y ahora lo releo aquí... le queda que ni pintada a la charca, menos mal que alguien trae moscas :)
Abrazos
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