Desde que un insólito hechizo me condenó a vivir como un batracio paso mis días cantando y comiendo bichitos en los márgenes de una laguna. Pensé en solicitar un beso sanador a alguna de las doncellas que se introducen en el traslúcido espejo de agua para disfrutar de relajantes y sensuales baños matinales, pero preferí no molestarlas. La vida de sapo tiene algunos beneficios: ¡se las ve tan felices y hermosas, moviendo sus cuerpos desnudos al ritmo del viento!
Martín Gardella
3 comentarios:
Feliz cumpleaños Martín!
Este sapo cantarín es una delicia, él si que sabe disfrutar de la vida.
Abrazos a la rana madre y al sapo feliz
Muy listo, así se les ponen los ojos de salidos.
Saludos.
Martín, me encanta tenerte chapoteando otra vez en la charca jeje. Besotes ranudos
Anita, Enmascarado, croack, croak... ya sabéis.
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