Un hilo viscoso de extorsiones rodea el angustiado cuello de la princesa. El príncipe suspira paciencia desde el fondo de la laguna con la pelota de oro en la mano.
No quiere romper el encanto que lo tiene cautivo en su traje de rana. Sólo desea entronizarla en su reino subacuático.

1 comentario:
Sandra, en el fondo de la charca también se vive bien
croak, croak
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