martes, 24 de diciembre de 2013
jueves, 19 de diciembre de 2013
Beso - Ana Vidal y Juanlu
Me veo fea como un sapo,
pero cuando tú me besas
me siento como una princesa

Ana Vidal - Relatos de andar por casa
Juanlu - Ilustraciones para un loco
jueves, 12 de diciembre de 2013
jueves, 5 de diciembre de 2013
Milagrito - Nicolás Jarque

Quería una ranita como la que tenía la prima Berta en su estanque y se la pedí una y mil veces a mamá, a papá, a mi madrina, a los Reyes Magos. No puede ser, me decían. Que en nuestro piso no cabía, se excusaban. Dormiría conmigo y la abrazaría bien fuerte, les contestaba. Por eso cuando mamá regresó del hospital con Gustavito, fui feliz a pesar del llanto continuo por los rincones de mamá. Sin duda, el bebé verde que descansaba en su cunita era el regalo del Niño Jesús por haberle rezado todas las noches.
Nicolás Jarque
jueves, 28 de noviembre de 2013
jueves, 21 de noviembre de 2013
Sapo y princesa II - Ana María Shua
Si una princesa besa a un sapo y el sapo no se transforma en príncipe, no nos apresuremos a descartar al sapo. Los príncipes encantados son raros, pero tampoco abundan la auténticas princesas.
Ana María Shua
Arropía Microrrelatos
jueves, 14 de noviembre de 2013
Del pez que vendió un peine a una rana - Leire Brenan y Juanlu
Querido Leo:
Atento a los mercaderes sin escrúpulos, los hay incluso más allá de nuestra especie.
Junto al estanque, estaba sentada a la sombra de una higuera que tuvo a bien regalarme la merienda. Lo cierto es que no me gustan mucho los higos pero no me resisto a engullir su belleza, ¿viste qué preciosidad se esconde bajo la piel?
En una piedra, a tres palmos de la orilla, una rana verde, pequeña y brillante croaba mientras sonreía a su reflejo en el agua. La imagen se quebró al sobresalir en ese punto la cabeza menuda de un pez naranja, regordete y bizco.
- Buenas tardes, linda ranita. Veo que tienes casi todo lo que cualquiera querría: hermosura, juventud, buen porte y un timbre de voz dulce cual pastel.
- Gracias. Pero dijiste “casi”, ¿qué me falta?
- Yo, con mi larga trayectoria profesional soy capaz de detectar cualquier necesidad y satisfacerla. Tú solo precisas de un peine para tenerlo todo.
La rana se carcajeó con tanta fuerza que su papada rebotó varias veces contra la roca.
- Si no tengo un solo pelo, ¿para qué necesito un peine? Te falla la vista, la propia torcida y la profesional, pez naranja.
-Eso podría parecer, sin embargo los profetas anuncian largas cabelleras para las ranas.
- ¿Los profetas? No los conozco…
- Por supuesto que los conoces, pequeña. Caminan sobre dos patas y pregonan lo que sucederá en el futuro, aquellos que nos detenemos a escuchar somos afortunados pues contamos con ventaja en esta lucha constante que es la vida. En mi afán por ayudar a los demás transmito los mensajes proféticos a aquellos que irradian inteligencia y sabrán aprovecharlos. Como el cerdo Serafín, ya le dije: “A ti por cualquiera de los nombres que te dan -cerdo, puerco, marrano, chon, cochino, guarro- te auguran volar. ¡Cuándo los cerdos vuelen, cuándo los cerdos vuelen! Así lo anuncian, si eres listo estarás preparado. Ahora Serafín lleva en la espalda un paracaídas último modelo que le vendí con mucho gusto.
- ¿Y qué dicen de mí esos profetas?
- ¡Cuándo las ranas críen pelo, cuándo las ranas críen pelo! Ese es el vaticinio. Sé que además de bella eres una rana lista, por ello te haré un descuento en este fino peine de plata.
- ¡Me lo quedo, me lo quedo! Qué emoción, ¿no sabrás acaso si seré rubia, morena o pelirroja? ¿Pelo liso o rizado?
- Tanto no llegan a anunciar los bípedos iluminados, pero sea como sea, tu melena realzará esa cara tan linda siempre que esté bien peinada.
Estupefacta contemplé el cierre de la venta: pago y entrega. El pez se sumergió en las aguas del estanque y en la superficie reapareció la imagen de la ranita croando, sonriendo y en esta ocasión atusándose una cabellera imaginaria con un peine de plata.
Cuidado Leo con lo que te hacen ver que necesitas, con los profetas, con los mercaderes… y con los peces bizcos.
Besos esquimales
Texto: Leire Brenan - Cartas para Leo
Ilustración: Juanlu - Ilustraciones para un loco
jueves, 7 de noviembre de 2013
Esperanza mutua - Hector Ugalde
La Bella Durmiente despierta y busca infructuosamente al gallardo joven que le dio el tan esperado beso de amor. Se pone triste porque solamente encuentra a un decepcionado sapo que creyó poder convertirse en príncipe
Hector Ugalde
La magia de la palabra
Hector Ugalde
La magia de la palabra
jueves, 31 de octubre de 2013
Metamorfosis - José Manuel Ortiz Soto
Soy un renacuajo y habito en esta charca no muy lejos del mar. No sé si antes fui otra cosa, pero un día cantará la sirena petrificada y todo será diferente. Hoy soy un sapo…
José Manuel Ortiz Soto
Cuervos para tus ojos
jueves, 24 de octubre de 2013
Sospechas - Enmascarado
-"...Y colorín colorado, este cuento se ha acabado".
Quico, que había estado escuchando atentamente toda la historia que su mamá le había narrado, se mantuvo en silencio durante unos segundos, una actitud de total expectativa, entre dubitativo e inquisidor. Ella sabía que no tardaría mucho en encontrar una pregunta con la que saciar esa curiosidad.
-La rana se convirtió en un apuesto príncipe...¿Cómo yo mami?
-Como tú...cariño.
-Entonces ¿por qué no le dices a tus amigas que no sean pesadas? Por más besos que me den...no me volveré otra vez rana ¿no?
Enmascarado
Enmascarado por amor al arte
jueves, 17 de octubre de 2013
jueves, 10 de octubre de 2013
De fábula - José Manuel Ortiz Soto

Cuando Monterroso despertó, los animales habían hecho de las suyas. La oveja negra gobernaba un país de ovejas blancas, el camaleón había perdido el interés por los juegos de espejos y la rana, matrona de voz grave, soñaba con un par de ancas biónicas. Pero lo que más sorprendió al escritor fue su autobiografía escrita por un dinosaurio.
José Manuel Ortiz Soto
Cuervos para tus ojos
jueves, 3 de octubre de 2013
El luminoso libro reza - Patricia Nasello
“En noche de luna llena, durante siete días, deberá el sapo perfumarse con el compuesto obtenido de la maceración de setenta flores de azahar en setecientas gotas de agua. Y transmutará, en príncipe”.
Sabe que debería estar en el sótano, cubierto por telarañas y excremento de murciélago, como cualquier otro de su misma condición. Está bajo el sol, limpio y abierto, su magia desplegada a la luz.
Espera. Reza al Dios de los Libros de Buenas Intenciones para que algún sapo lo lea y se decida a usar los materiales nobles que él propone.
Pero pasan a su lado sin prestarle atención: miles de pequeños seres verdes que en el calor fétido de la laguna, cubiertos de barro, con las moscas zumbando alrededor; son felices.
Patricia Nasello
jueves, 26 de septiembre de 2013
Final feliz - Sara Lew
"Qué mejor final para un principio tan desalentador" pensó el príncipe del cuento, convertido por un beso en rana, recordando a la princesa tan poco agraciada con la que había sido obligado a casarse para garantizar el futuro del reino.
Texto e ilustración: Sara Lew
Microrrelatos ilustrados
jueves, 19 de septiembre de 2013
Cuando ella dejó de ser una princesa - Ana Vidal

No fui capaz de mirar cuando Laura diseccionó a la rana en el laboratorio de ciencias. Un rato antes había visto como la besaba a escondidas; y ahora esa mirada asesina mientras mascullaba: «si no eres mi príncipe, no lo serás de nadie».
Ana Vidal
Relatos de andar por casa
jueves, 12 de septiembre de 2013
Rebelión en la charca - Puck y Petra Acero

Ilustración de Petra Acero para ENTC
que he recuperado para este nano
La huelga de ranas dejó una procesión de princesas llorosas besando sin éxito a lagartijas
Texto: Mar González - Los Jardines de Puck
Ilustración: Petra Acero para ENTC
jueves, 5 de septiembre de 2013
La proposición - Beatriz Carilla Egido

—¿Me dejas besarte? cambiaré tu modo de vida.
—Lo lamento, princesa, todavía estoy muy verde.
Y se alejó croando de felicidad.
Beatriz Carilla Egido
Una mariposa como sello
jueves, 29 de agosto de 2013
Risas y Leyendas - Ángeles Sánchez
Tras
sucumbir al hechizo fue encerrada en las mazmorras, en una pequeña
urna de cristal, donde, según cuenta la leyenda, se hubiera ido
desecando poco a poco de no ser por las visitas de sus fervientes
devotas. Con sus pequeñas reliquias vestidas de marfil, su boca
llena de encías viudas y en su cuerpito la pose de un salto
ficticio, las damas de la corte descendían, siempre esperanzadas, a
entregarle sus lamentos.
Y
así, a Santa Rana de las Todas las Risas, primero mártir de los
besos que no se dieron, luego santa de buñuelos y cosquillas, nunca
le faltó agua para su charca gracias al milagro de mostrar, a cambio
de una minúscula lágrima, al sapo que todo hombre lleva dentro.
Imagen y texto: Ángeles
Sánchez
jueves, 22 de agosto de 2013
Princesa - Ana Vidal

Ana Vidal
Relatos de Andar por Casa
jueves, 15 de agosto de 2013
Príncipe de Beukelaer - David Vivancos
Os comprendo muy bien, claro que entiendo lo que decís… –rezongó volviendo a abrir los ojos y renunciando definitivamente al beso–. Pero contadme… ¿qué tiene él que yo no tenga? ¿Es su apostura la que os cautiva? ¿O acaso su juventud e inteligencia? ¿Su educación exquisita? ¿El delicado modo con que tañe el laúd? –prosiguió con cierto despecho, saltando de un lado para otro entre pregunta y pregunta–. Podéis ser franca conmigo. Un momento… es por su mata de pelo, ¿verdad? –hablaba el sapo verrugoso entre jadeos, motivados por el esfuerzo que le suponía esquivar los pisotones de aquella princesa histérica que no paraba de chillar–. Ajá, ¡eso es! –exclamó, triunfante–. ¡Es por su mata de pelo! ¡Ahora lo entiendo todo!
David Vivancos
Grimas y leyendas

David Vivancos
Grimas y leyendas
jueves, 8 de agosto de 2013
Encantamiento - Félix Albo
Cuando besé a mi novia por primera vez quedé encantado. Desde entonces vivo saltando de charca en charca.
Félix Albo
Cuaderno de viaje de Félix Albo
Félix Albo
Cuaderno de viaje de Félix Albo
jueves, 1 de agosto de 2013
La charca - Raquel Lozano Calleja
No encontró en la rana a su príncipe azul, pero sí en su charca la poesía.
Raquel Lozano Calleja
Piel de retales
jueves, 25 de julio de 2013
Leyendas - Puck
![]() |
Ilustración de Petra Acero para Esta Noche te Cuento, concurso en el que este micro fue seleccionado |
Descalza, la princesa se sienta en la orilla y chapotea con los pies en el agua. Tiene que encontrar una rana. Y no una cualquiera. Una perfecta. Ha desechado a todos los príncipes del reino y solo le queda confiar en las leyendas. No entiende dónde se esconden. Estira el cuello. Mira hacia un lado. Hacia otro. Afina el oído, pero no escucha nada.
Mientras tanto, ocultas entre los juncos, las ranas esperan calladas a que la princesa se marche. En la charca también se cuentan historias. Hubo algunos batracios que se dejaron seducir por bellas damas y, tras un beso envenenado, desaparecieron para siempre convertidos en altivos caballeros que ya nunca volvieron a croar.
Puck
Los jardines de Puck
jueves, 18 de julio de 2013
La rana y el príncipe - Joan Manuel Serrat
Él era un auténtico príncipe azul
más estirado y puesto que un maniquí,
que habitaba un palacio como el de Sissí
y salía en las revistas del corazón,
que cuando tomaba dos copas de más
la emprendía a romper maleficios a besos.
Más de una vez, con anterioridad,
tuvo Su Alteza problemas por eso.
Un reflejo que a la luna
se le escapó,
en la palma de un nenúfar
la descubrió;
y como en él era frecuente,
inmediatamente
la reconoció.
Ella era una auténtica rana común
que vivía ignorante de tal redentor,
cazando al vuelo insectos de su alrededor
sin importarle un rábano el porvenir.
Escuchaba absorta a un macho croar
con la sangre alterada por la primavera,
cuando a traición aquel monstruoso animal
en un descuido la hizo prisionera.
A la luz de las estrellas
le acarició
tiernamente la papada
y la besó.
Pero salió rana la rana
y Su Alteza en rana
se convirtió.
Con el agua a la altura de la nariz
descubrió horrorizado que para una vez
que ocurren esas cosas, funcionó al revés;
y desde entonces sólo hace que brincar y brincar.
Es difícil su reinserción social.
No se adapta a la vida de los batracios
y la servidumbre, como es natural,
no le permite la entrada en palacio.
Y en el jardín frondoso
de sus papás,
hoy hay un príncipe menos
y una rana más.
más estirado y puesto que un maniquí,
que habitaba un palacio como el de Sissí
y salía en las revistas del corazón,
que cuando tomaba dos copas de más
la emprendía a romper maleficios a besos.
Más de una vez, con anterioridad,
tuvo Su Alteza problemas por eso.
Un reflejo que a la luna
se le escapó,
en la palma de un nenúfar
la descubrió;
y como en él era frecuente,
inmediatamente
la reconoció.
Ella era una auténtica rana común
que vivía ignorante de tal redentor,
cazando al vuelo insectos de su alrededor
sin importarle un rábano el porvenir.
Escuchaba absorta a un macho croar
con la sangre alterada por la primavera,
cuando a traición aquel monstruoso animal
en un descuido la hizo prisionera.
A la luz de las estrellas
le acarició
tiernamente la papada
y la besó.
Pero salió rana la rana
y Su Alteza en rana
se convirtió.
Con el agua a la altura de la nariz
descubrió horrorizado que para una vez
que ocurren esas cosas, funcionó al revés;
y desde entonces sólo hace que brincar y brincar.
Es difícil su reinserción social.
No se adapta a la vida de los batracios
y la servidumbre, como es natural,
no le permite la entrada en palacio.
Y en el jardín frondoso
de sus papás,
hoy hay un príncipe menos
y una rana más.
Joan Manuel Serrat.
jueves, 11 de julio de 2013
miércoles, 3 de julio de 2013
Comerte a besos - Puck
Las niñas ya no cazan ranas buscando príncipes sino sustancia para la sopa
Mar González
Los jardines de Puck
jueves, 27 de junio de 2013
El aliento de Palacio - Erika
Por más armadura y caballo que tuviera, el príncipe nunca logró quitarse el aliento a sapo de la boca.
Erika
La rueca de Aurora
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